Nuestro Viaje

Ghibli-Shibuya

Para todos aquellos fanáticos que piensen: “Si voy a Japón no puedo perderme el Museo de Ghibli”, les contamos que conseguir los tickets para entrar no es tarea fácil. Si bien se consiguen en máquinas de los almacenes Lawson, y hay muchos, se agotan rapidísimo y hay que sacarlos con mucha anticipación.

A nosotros nos los sacó una amiga japonesa antes de nuestro viaje y sólo quedaban para el horario del mediodía del día que queríamos.

Para no perder la mañana decidimos ir a Shibuya a caminar un poco, pero mayormente al Tokyu Hands.

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Fuente: utsukashijapan.wordpress.com

Este gigante edificio de 25 secciones y con franquicias por todo Japón, es una librería, papelería con venta de cosas para maquetas, modelos a escala, cosas del hogar, y casi todo lo que puedan imaginar. Pueden ver la imagen de la guía de pisos a continuación como para darse una idea.

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Fuente: Tokyu Hands

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Fuente: thenectarcollective.com

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Fuente: yourhuiness.blogspot.com.ar

Como no podía ser de otra manera, nos perdimos ahí adentro por horas. Tanto que casi llegamos tarde al museo. Tuvimos que correr desde la Estación de Mitaka las 15 cuadras de camino. El Museo de Ghibli tiene entradas con horarios y su tolerancia es de 30 minutos. Es decir que si llegás después de esa media hora no te dejan entrar.

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Con la agitación y la carrera nos olvidamos de algo casi fundamental, sacarle una foto al Totoro de la puerta (por eso la foto prestada). En el museo no se pueden sacar fotos. Suponemos que es para no quitarle la magia que tiene.

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Fuente: www.reformatt.com

Para todo aquel que sea fanático de Ghibli y para los niños, una vez que se entra al museo se tiene una sensación completamente irreal. Como si empezaras a vivir dentro de una película de Miyazaki. Sin sacar fotos podemos aún contarles y eso ni se va a acercar a estar ahí, así no le sonamos la experiencia a nadie.

Es una gran, gran casona y se ingresa a un hall abierto hasta el último piso. En planta baja, hacia un lado están todos los estudios de investigación de movimiento y animación donde con personajes de las películas en posición estática y con movimiento de escenario y/o luces aparentan cobrar vida. Hacia el otro lado hay un cine donde proyectan cortos inéditos y sólo se puede ver uno por persona. Cuando entrás te cambian la entrada al museo por un cartoncito con 3 fotogramas que hace las veces de entrada al cine. El corto que ves es aleatorio.

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Bajo las escaleras que van al primer piso hay una casa miniatura para niños, desde planta baja al segundo piso se puede ir también por unas escaleras y pasadizos divertidos.

En el primer piso tenés dos zonas, una dedicada a Miyazaki, donde él realmente trabajaba, con su escritorio, aviones, dibujos, objetos de inspiración y mucho más. Con un cuarto pequeño con un storyboard original y algunas copias de storyboards de sus pelis. Y otra zona con juegos experimentales de movimiento y luces “para niños”. Sinceramente te dan ganas de quedarte allí para siempre.

En el segundo piso hay un shop, vale aclarar que las cosas de Ghibli en Japón son sólo originales, no se encuentran truchadas, y salen caras. Las cosas pequeñas (colgantes para teléfonos, llaveros, etc) son proporcionalmente más caras que las más grandes. Creemos que se debe a una cuestión de popularidad. Las cosas que la gente más lleva por comodidad de valija son más caras.

Del otro lado se encuentra una zona de juegos para niños pequeños, de esas que te dan ganas de infiltrarte. Un gatobus de peluche gigante. No se puede sacar fotos pero… se nos disparó la cámara juuuusto en ese lugar…

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Desde ahí se sale a un lugarcito al aire libre que tiene una escalera en caracol que va a la terraza.

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En las terrazas sí está permitido sacar fotos. Apenas uno termina la escalera se encuentra con la grata sorpresa que lo está recibiendo el robot. Por si alguno no sabe, el robot pertenece a la peli Laputa, un castillo en el cielo.

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Más adelante hay una escultura inspirada en el cubo de la misma película.

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También hay una zona al aire libre con un puesto que vende helados y algo parecido a panchos y un café.

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El café tiene afuera un sector de sillas en círculo donde la gente hace cola de espera sentada. A los que van llegando a su momento de entrada les dan el menú para que vayan eligiendo antes de entrar lo que desean pedir.

Nosotros compartimos omelette de arroz salteado y una rare cheese cake que es básicamente algo así como un flan de mascarpone. La comida es riquísima, viene en platos decorados con personajes de Ghibli, detalles cuidados como es clásico en Japón. No es barato pero tampoco exorbitantemente caro. Nuestra mesita daba a un patio interno muy bonito con esculturas, un árbol y decoración.

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En el área al aire libre hay sillas, uno se puede sentar ahí a comer lo que venden o podés llevar tu propia comida y disfrutarla en ese maravilloso lugar 😉

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Nos volvimos por el Parque Inokashira-Onshi, que es donde está el museo, hacia la estación siguiente de Mitaka para dirigirnos a Shibuya. La zona es hermosa y tranquila. Muchas bicis y gente más humilde que en la parte céntrica de Tokio.

Llegamos nuevamente a Shibuya ya de nochecita. Pasamos a saludar a Hachiko. Escultura que se encuentra en una de las entradas de la estación y hace homenaje a un perro de una película antigua japonesa que cuenta la historia real de la lealtad de un perro a su amo.

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Shibuya es una estación muy llena de gente, con mucho movimiento y que hace honor al nombre de “panic station” (tema de Muse muy famoso). Caminamos por las callecitas peatonales, vimos el legendario Q-front con el café Starbucks, y nos divertimos observando un poco la vida más nocturna tokiata.

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La noche de Shibuya se puede tornar, en ocasiones, un tanto lujosa. En nuestra caminata nos cruzamos, por ejemplo, con este Rolls Royce Phantom, del cual bajó una pareja no sólo que no llegaba a los 30 años sino que además con vestimenta que acompañaba el cacharro en el que llegaron…

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Otra cosa que nos llamó la atención fue el cartel con movimiento de las tiendas Loft en el cual los engranajes giran un buen tiempo antes de revelar el nombre.

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